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  • Foto del escritorAlan G




Te aseguro que si piensas en 10 canciones que te gustan, ninguna de ellas suena igual. No sé por qué existe la concepción de que ciertos instrumentos tendrían que sonar siempre de cierta manera.


Que si hay que ecualizar la batería de una forma, o comprimir la voz con ciertos parámetros, que si tiene que sonar como lo que está en la radio.


Por ejemplo, me encanta el disco White Pony de Deftones, tiene una sonoridad muy particular, y también me encanta el disco Brothers de The Black Keys, y también el Continuum de John Mayer, y el OK Computer de Radiohead.


Ninguno de estos suena igual.


El audio de cada uno de estos discos va en función de la música que suena en ellos, no al revés. Así tenemos que pensar en la grabación o mezcla como un proceso que obedece a la canción, y no querer adaptar la canción a las técnicas que se supone debiera de utilizar. Por lo tanto el audio no se puede definir como perfecto por sí solo, por más fiel que sea al sonido original producido por los instrumentos, por más que se esté grabando con el equipo más caro del mundo y por más que al final todo suene ‘bien’ y ‘en su lugar'.


En todo caso el audio perfecto es el que le queda perfecto a la canción.


Es un concepto muy simple, sin embargo muy importante.


El audio es sólo un vehículo para que la música llegue al escucha. Así que enfoquémonos en la música. Que todo lo que hagamos al momento de grabar o mezclar tenga una razón musical de ser, y no sólo usar las herramientas que tenemos porque "debemos".


Alguna vez entrevisté a Andrew Scheps y me contó que en una de las canciones de Adele que mezcló para el disco 21, lo único que utilizó fueron 5 ecualizadores. Sólo 5 ecualizadores. Le pregunté por qué y me dijo que era todo lo que la canción necesitaba. 


Wow.


 

Alan G.





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